El análisis de ADN, una testificación real sobre los lazos parentescos de un individuo.
Hablamos de prueba de paternidad cuando se realiza un análisis que tiene como fin último comprobar que un hombre es el padre biológico de un niño/a. En general, la maternidad es fácil de verificar, puesto que la mujer que da a luz es madre gestacional y genética. No obstante, en el territorio masculino las dudas son más comunes y complicadas de resolver. En estos casos los investigadores trabajan al revés: parten del niño hacia el padre potencial.
Una prueba de paternidad genética consiste en comparar los perfiles genéticos del supuesto padre y del hijo/a. Sus resultados son completamente fiables y definitivos. Su proceso es simple y eficaz: estudia las células del presunto padre y las del hijo mediante el análisis del ADN, permitiendo determinar, por similitud genética, la existencia de una relación biológica real entre los dos individuos o negar el vínculo paternofilial entre ellos. Al ser una molécula que contiene la totalidad de información hereditaria, presente desde la concepción e igual durante toda la vida, el análisis ADN es la prueba más eficaz y fiable para solventar este tipo de dudas.
Los análisis de ADN para determinar la paternidad o maternidad se han vuelto rutinarios y públicos gracias al avance biológico y genético-molecular. Cualquiera puede solicitar este tipo de pruebas. Estos exámenes son cada vez más simples y más indoloros. Si se tiene miedo a las agujas o la sangre provoca pavor o algún tipo de repulsión, existen otros muchos métodos, como la extracción de ADN por el frotamiento con la pared interna de la mejilla, más simples, fáciles e igual de eficaces.
Las pruebas de paternidad suelen hacerse por dos tipos de razón:
- Motivos personales: en casos de adopción, cuando la pareja es muy reciente o ha sufrido una separación temporal.
- Motivos jurídicos: por solventar problemas judiciales como lo son peleas por hijos legítimos, custodias, divorcios, herencias, adopciones… Esta prueba también se solicita en marcos más específicos como los seguros médicos, los casos de inmigración, la Seguridad Social o la resolución de problemas como el intercambio de recién nacidos en los hospitales.
Para interpretar los resultados de este tipo de examen, es imprescindible comprender que un hijo, al nacer, recibe la misma cantidad de material genético materno y paterno. Por ello, en este tipo de pruebas se definen distintos parámetros reales que testifican o excluyen la existencia de una relación genética real entre los dos miembros examinados.